En el último LinkedIn Live de Dothink Lab conversamos con Santiago Hermida, doctor en Creatividad Aplicada y profesional de la innovación. Durante la sesión, Santiago compartió una visión clara y honesta sobre el Design Thinking: no es una tendencia pasajera ni un conjunto de dinámicas vistosas, sino una metodología rigurosa que une creatividad, ciencia y sentido común.
Su trayectoria refleja esa conexión. Doctorado por la Universidad de Navarra con una tesis sobre Design Thinking, método, enfoque y herramientas de diseño para mejorar la educación en medicina, Santiago ha explorado cómo esta disciplina puede transformar la manera en que enseñamos, investigamos y cuidamos.
Desde su trabajo en CaixaBank DayOne, acompañando a startups y empresas tecnológicas, hasta su proyecto Renaisscience, busca tender puentes entre la ciencia, la creatividad y el humanismo, impulsando el pensamiento innovador en ámbitos como la salud y la educación.
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Santiago descubrió el Design Thinking hace más de una década, durante una estancia en la Stanford d.school, epicentro de esta metodología.
“Me encandiló por una razón muy simple: porque es sentido común puro y duro, algo que tantas veces olvidamos aplicar en las empresas, la ciencia o el día a día.”
Su curiosidad, una cualidad que considera imprescindible para cualquiera que trabaje en innovación, le llevó a explorar cómo este enfoque podía aplicarse a la medicina, un entorno complejo y muy reglado. Lo curioso, señaló, es que muchos profesionales de la salud ya piensan como “design thinkers” sin saberlo.
“Los médicos tienen método, rigor, empatía y curiosidad. Son lo que deberíamos ser todos los que nos dedicamos a innovar. Solo necesitan abrir los ojos para reconocerlo.”
Durante el Live, Santiago compartió ejemplos concretos de cómo el Design Thinking ha ayudado a mejorar la experiencia del paciente y del profesional sanitario.
Desde la forma en que un hospital comunica un diagnóstico, hasta los tiempos de espera o la búsqueda de información, el proceso se centra siempre en aprender qué no está funcionando y buscar nuevas soluciones desde la empatía y la colaboración.
El objetivo no es hacer más procesos, sino aprender rápido y de forma sencilla qué necesitan realmente las personas.
“El Design Thinking trata de solucionar problemas, no de generar documentos.”
Uno de los temas más comentados fue cómo esta metodología puede ayudarnos a innovar en entornos cambiantes.
En un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo (VUCA), el Design Thinking aporta una respuesta basada en visión, entendimiento, claridad y agilidad.
“En contextos donde la incertidumbre es alta, esta forma de trabajar te permite reducirla de manera rápida, barata y sencilla. No evita el caos, pero te ayuda a tomar decisiones con más sentido.”
Eso sí, Santiago fue claro: no es una fórmula mágica. En sectores donde prima la eficiencia y las variables son estables, puede que no sea la herramienta más adecuada. Pero allí donde el entorno cambia constantemente, el Design Thinking abre oportunidades nuevas y permite avanzar con confianza.
Más allá de las fases o las herramientas, Santiago subrayó que lo más importante del Design Thinking son las actitudes que promueve.
Esa mentalidad se traduce en dos comportamientos clave: curiosidad (aprender de lo inesperado) y acción (atreverse a probar antes de tener todas las respuestas).
Durante el Live, Santiago identificó cuatro sesgos especialmente peligrosos cuando intentamos innovar:
Como recordaba Santiago:
“En innovación, el más experto siempre es el usuario, porque es quien tiene el problema.”
El Design Thinking, explicó Santiago, no pertenece a una sola disciplina. Su fortaleza está precisamente en su enfoque transversal, capaz de unir a profesionales de diferentes campos para abordar problemas complejos desde una mirada común.
“Es un marco de referencia que combina lo mejor de las ciencias, las humanidades y el arte. Nos recuerda que la innovación no es patrimonio de nadie, sino un lenguaje compartido.”
En la práctica, esto implica fomentar equipos multidisciplinares, promover la empatía y cultivar una mentalidad generalista, tan necesaria en un mundo donde la especialización extrema a veces nos impide ver el conjunto.
Uno de los momentos más inspiradores de la conversación fue cuando Santiago habló del impacto del Design Thinking en la formación universitaria y la educación reglada.
“Todo lo que haces en las primeras fases de esta metodología te convierte en un mejor investigador. Te obliga a observar, a definir mejor los problemas y a abstraer la información relevante. Eso es pensamiento crítico.”
Además, defendió el papel del Design Thinking como vínculo entre disciplinas. Frente a la separación tradicional entre ciencia, arte y humanidades, esta metodología recupera una visión más renacentista y humanista del conocimiento, capaz de integrar distintas formas de saber en torno a un propósito común.
Para cerrar, Santiago reflexionó sobre los retos actuales de la innovación. En un momento en que la inteligencia artificial acelera los procesos, recordó que la creatividad y la intuición seguirán siendo humanas:
“La IA es un motor sobrealimentado, pero el volante sigue en nuestras manos.”
La tecnología puede ayudarnos a aprender, prototipar e iterar más rápido, pero la verdadera diferencia está en cómo interpretamos y aplicamos ese conocimiento. Innovar con propósito es, ante todo, seguir al mando del sentido humano.
El Live con Santiago Hermida nos dejó tres ideas clave:
En Dothink Lab creemos, como Santiago, que transformar no es magia, es método. Por eso, seguimos creando espacios donde profesionales, equipos y organizaciones aprenden a diseñar el cambio con rigor, humanidad y propósito.